En mi vida anterior, tuve un cierto intercambio de telegramas con Julio Cortázar. Vale la pena agregar que Julio no sabía si yo era hombre o mujer, en esa vida me gustaba usar un seudónimo neutro. El intercambio fue más o menos así:
JULIO: Lea y analice la siguiente frase: "Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda."
YO: Julio, ¿has pensado en las implicaciones de esta frase? ¿Qué tal que yo sea mujer?
JULIO: Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer.
YO: ¿Y si soy hombre?
JULIO: Si usted es hombre, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene.
YO: Todo lo que una simple coma puede hacer; sin embargo, no olvidemos los puntos.
JULIO: Los puntos son unos entes muy simples, la mosca en donde quiera que se para deja uno.
YO: Si el hombre y la mujer supieran realmente el valor que tiene el punto, andarían en cuatro patas en su búsqueda; después de todo, la mosca, en donde quiera que se para, deja uno, en vez de una coma.
JULIO: ¡Qué ironía, todas esas comas para hablar de un simple punto!
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