Mi barco navega en aguas
turbulentas. Ráfagas de viento soplan de todas partes. Parece que barlovento y sotavento
están confabulados para intercambiar posición a cada instante. La violencia de los movimientos de
cabeceo tiene a los marineros confundidos y aún los más
experimentados giran como trompos entre la popa y la proa. La mar gruesa entra por sus narices y el sabor a sal se adueña de sus bocas. Ya nadie sabe
en donde está babor o donde queda estribor. No atinan si el barco
avanza o retrocede o si el palo mayor apunta horizontal o verticalmente.
Suenan pitos por todas partes. La línea de crujía parece haber cobrado
vida y estar revolcándose de cubierta en cubierta buscando víctimas. Yo quedé atrapado en una red y me fui por la borda. ¡Afortunadamente la red se atascó en una de las anclas! Llevo un cuchillo pero alucino y no se donde debo cortar. Solo se que me balanceo de diestra a siniestra. Ya no hay babor, ya no hay estribor.
Ver Tiempos tormentosos II
© 2010 Ciudadano Universal