Hoy, en uno de esos momentos exquisitos en que saboreo la dulzura del tiempo bien desperdiciado me he zambullido entre los cientos de mensajes acumulados en los últimos meses. ¡Qué delicia! Entre todos ellos encontré uno de una amiga, ciudadana universal, que goza del don de la omnipresencia. A veces participo de esos goces también; pero el resultado suele ser muy poco tiempo para desperdiciar. Y eso me molesta. A todos nos viene muy bien escoger algo de tiempo para destinarlo al desperdicio del modo que nos apetezca. ¿Ya escogiste el tuyo esta semana? No dejes para mañana el tiempo que puedas desperdiciar hoy. No todo el tiempo debe ser bien aprovechado. ¡Eso sería demasiado útil! Con frecuencia me pregunto cuál es el tiempo que no desperdicio. Y disfruto no encontrando la respuesta.
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